Política anti-bullying
Declaración de intenciones
Kaleide International School aspira a ser un espacio donde todas las personas (niños y niñas, equipo pedagógico, familias y otras integrantes de la comunidad) nos tratemos con respeto, justicia, empatía y amabilidad, y nos comportemos de manera socialmente responsable hacia las demás, incluyendo cualquier persona con necesidades educativas especiales. Es una comunidad inclusiva donde se integra la diversidad dentro de un marco de valores compartidos, en el que se escucha a todas las personas y se coopera para para promover el bienestar individual y colectivo. Creemos que la escuela debe proporcionar, no solo un entorno seguro y protector, sino un espacio donde las personas jóvenes puedan desarrollar un sentimiento de pertenencia, se sientan queridas, y su autoestima se vea fortalecida.
Nuestra "escala humana" permite que se desarrollen vínculos de confianza entre facilitadoras y participantes. Por ello el acoso escolar o "bullying", en caso de darse, resulta evidente mucho más rápido y es más fácil tomar medidas para ponerle remedio. Nos esforzamos por darles a las personas jóvenes oportunidades de hablar de cualquier tema que les preocupe en las reuniones o círculos semanales, así como en conversaciones con las facilitadoras y con otras participantes. Tratamos siempre de resolver estas situaciones de forma empática y sin juicios. Nuestra cultura escolar también modela el respeto por medio de la aceptación de otras personas y la puesta en valor de nuestras diferencias.
Somos conscientes de que sufrir acoso puede conducir a depresión o, en casos muy graves, a un intento de suicidio. También puede provocar ansiedad, depresión, soledad y falta de confianza en las personas adultas. Es doloroso que te acosen. Nadie merece ser víctima de bullying, y todas las personas merecen que se las trate con respeto. Los chicos y chicas que acosan a otras personas necesitan aprender a comportarse de forma diferente.
Propósito
Ayudar a las personas jóvenes a celebrar y valorar sus propias diferencias, así como a reconocer y respetar las diferencias de las demás personas;
Alentar a cada persona a verse como una parte importante de la comunidad escolar, donde su participación y sus puntos de vista se valoran;
Promover en los chicos y chicas actitudes positivas y una autoestima saludable;
Alentar la conciencia emocional y la empatía;
Ayudar a los chicos y chicas a comprender y aceptar las consecuencias de sus propios actos;
Desarrollar un programa que permita que cualquier incidente de acoso sea abordado de forma justa y adecuada desde un enfoque basado en la ausencia de juicio;
Ayudar a todas las personas que integran la comunidad a sentirse seguras a la hora de notificar incidentes de acoso escolar.
Objetivos
Establecer una cultura escolar basada en la confianza y la transparencia, en la que las personas jóvenes se sientan seguras comunicándose con las adultas e informando de cualquier incidente relacionado con el bullying;
Comunicar a toda la comunidad escolar la postura de la escuela en relación con el acoso escolar;
Comunicar de forma efectiva a toda la comunidad escolar las políticas y procedimientos de la escuela;
Colaborar con el personal de la escuela para que pueda identificar diferentes tipos de acoso y saber cómo actuar de manera sensible, efectiva y sin emitir juicios.
Colaborar con las personas jóvenes de diversas formas para dotarles de habilidades, valores y conocimientos que les permitan hacer frente al bullying.
Definición de bullying
“El bullying es una relación entre personas o grupos, que se da a lo largo de un periodo de tiempo, en la que una parte se comporta de forma que consigue satisfacer sus necesidades de emoción, estatus, ganancias materiales o interacción grupal sin reconocer o satisfacer las necesidades y derechos de otras personas a las que daña con su comportamiento. La persona o grupo que resulta herida no posee los recursos, estatus o habilidades necesarias para contrarrestar el comportamiento dañino" (Barbara Maines y George Robinson en The No Blame Approach to Bullying)
Los aspectos esenciales del bullying son:
Es repetitivo (sucede una y otra vez)
Es una conducta deliberada (no accidental)
Es injusto (la persona que acosa es más fuerte y más poderosa, o cuando se trata de un grupo, es más numeroso)
El bullying puede manifestarse de diversas formas:
Física: puñetazos, patadas, golpes, escupitajos, etc.
Verbal: el abuso verbal puede adoptar formas diversas, como los insultos o las burlas. Puede centrarse en el género, el origen étnico, la diversidad funcional o la personalidad.
Psicológica: intimidación, coerción, burlas, extorsiones, discriminación (racial, religiosa, étnica, etc.)
Sexual: contacto físico no deseado o comentarios sexuales abusivos;
Indirecta: difusión de rumores, exclusión, ostracismo;
Daños a la propiedad de la persona o robo. La persona acosadora puede recurrir a amenazas físicas para conseguir pertenencias de la persona acosada.
Cíber bullying: abarca todas las áreas de internet, como el correo electrónico, los chats y las redes sociales. Es especialmente dañino porque puede suceder a cualquier hora y en cualquier lugar.
Lo que no entra en la definición de bullying
Conflictos: una discusión o un desacuerdo entre personas jóvenes en el que no hay un desequilibrio de poder. Ambas partes se sienten agraviadas y normalmente ambas desean que se resuelva el desacuerdo. Sin embargo, un conflicto no resuelto puede desembocar en bullying si unas de las dos personas intenta vengarse de la otra.
Aislamiento: es poco realista pensar que todas las personas jóvenes quieren estar con todas las demás. Negarse a jugar con una persona o no invitarla a tu fiesta de cumpleaños no es bullying, siempre que el rechazo social no implique un intento deliberado y repetitivo de causar daño, de excluir o de marginar a esa persona. Solo cuando una persona es excluida de forma deliberada podemos hablar de bullying.
Actos puntuales de crueldad, o actos aislados de intimidación o agresión: aunque siempre trataremos de abordar este tipo de comportamiento, un acto aislado de crueldad, agresión física o burlas no constituye acoso. Solo cuando las burlas se convierten en crueles y repetitivas se convierten en bullying.
No jugar limpio y querer salirse con la suya: es normal que los niños y niñas intenten salirse con la suya y que se pongan "mandones". Solo hablamos de bullying cuando una persona joven amenaza de forma repetitiva a otras o les hace daño cuando las cosas no salen como espera.
El papel de la escuela
Como educadoras, somos muy conscientes del papel que tenemos al modelar habilidades sociales y emocionales en las personas jóvenes. Queremos crear una cultura escolar basada en la confianza y la empatía, un entorno que acoja las diferencias y la diversidad, y que se fundamente en la inclusión y el respeto.
La forma en que las personas adultas reaccionan ante el acoso escolar contribuye a una cultura de los cuidados en nuestra escuela, y puede contribuir a que el bullying sea más o menos frecuente en el futuro. Ignorar el problema lo hará más habitual, mientras que un enfoque de "mano dura" fomentará el secretismo y el silencio. Creemos que una respuesta positiva que no juzgue alentará a los niños y niñas a hablar sobre aquellas cuestiones que les preocupen y dará lugar a un entorno de aprendizaje que ayude a modelar patrones de comportamiento basados en el cuidado y la responsabilidad.
En Kaleide evitamos los castigos y premios como herramientas para controlar el comportamiento. Cuando surgen problemas de conducta, las facilitadoras no aíslan o regañan a los niños y niñas, sino que les alientan a hablar sobre el problema con una persona adulta y con las otras personas jóvenes implicadas. Creemos que solo desarrollando valores como la empatía, la consideración, y la generosidad es posible que una persona que ha acosado a otra deje de hacerlo y encuentre otras formas de relacionarse adecuadamente con ella en un entorno social.
La prevención del acoso en nuestra escuela se fundamenta en un enfoque basado en la no culpabilización (véase el Apéndice I) y en los principios de justicia restaurativa (véase el Apéndice II). La esencia de la justicia restaurativa es restaurar el daño causado por una ofensa en lugar de castigar la infracción. Las prácticas de justicia restaurativa son una ciencia social emergente que estudian cómo fortalecer las relaciones entre personas así como las conexiones sociales entre comunidades.
Alentamos a los niños y niñas a hablar sobre cuestiones relacionadas con el bullying –por incipiente que sea– en nuestras reuniones o círculos semanales. Esto forma parte de nuestra política anti-bullying. El sistema de reuniones que tenemos en Kaleide constituye un medio ideal para aprender a resolver conflictos, a reflexionar a través del diálogo y el debate, a tomar conciencia y a practicar activamente la democracia participativa. Fomenta la capacidad de las personas jóvenes para cuestionarse cosas, preguntar, comprometerse y negociar tanto con sus pares como con las personas adultas que les apoyan.
Los círculos semanales crean un espacio seguro para explorar cualquier tema que nos preocupe, facilitan la conciencia emocional, fomentan la comunicación y reafirman nuestros valores de cuidado y respeto, alentando a los chicos y chicas a:
centrarse en sus emociones y en las de las demás personas, y desarrollar su empatía;
escucharse mutuamente y respetar otros puntos de vista;
aprender a respetar turnos de palabra;
hablar de temas difíciles empleando un enfoque basado en la resolución de problemas.
Estrategias para el equipo pedagógico
Vemos el comportamiento de los niños y niñas como un reflejo visible de su estado emocional. Las facilitadoras tratarán siempre de abordar las raíces de los problemas de conducta trabajando mano a mano con las familias. En caso necesario, haremos intervenciones de las que informaremos a la familia de manera transparente y consensuada.
En lo que respecta a la prevención, las facilitadoras se valdrán de una serie de intervenciones (basadas en el trabajo de Ferre Laevers en el Centre for Experiential Education de la Universidad de Leuven, Holanda) para mejorar el nivel de bienestar de un niño o niña y desencadenar procesos de descarga emocional.
En relación con el acoso, el equipo pedagógico observará atentamente cualquier señal de angustia en los niños y niñas. Esto puede manifestarse en diversas facetas de la vida de la escuela. Las facilitadoras seguirán estos cinco puntos:
No ignorar nunca una sospecha de bullying.
No sacar conclusiones prematuras.
Escuchar a todas las personas implicadas atentamente y sin verter juicios.
Adoptar un enfoque resolutivo que permita a los chicos y chicas romper el ciclo de auto-justificación.
Hacer un seguimiento continuado, comprobando que no se han dado nuevos actos de acoso.
Todos los casos en que haya sospecha de bullying deben ser notificados (por los estudiantes, las facilitadoras o las madres/padres) en primera instancia a las facilitadoras, y en segundo término a la Directora.
Todos los casos de bullying –dentro o fuera de la escuela– en que se vean envueltas participantes de Kaleide pueden comentarse en un círculo, y se incluirá a los niños y niñas en la búsqueda de una solución, en línea con nuestro enfoque de no culpabilización y de justicia restaurativa. Las facilitadoras que participen escribirán un resumen del incidente y del resultado del círculo, y lo compartirán con el equipo pedagógico y la Directora.
Estrategias para personas jóvenes
En Kaleide animamos a los chicos y chicas a expresar sus emociones y a reflexionar colectivamente sobre situaciones difíciles. Cuando suceda un caso de bullying será tratado en un círculo, si se considera oportuno, y se le dará toda la atención necesaria. La estrategia propuesta, basada en la práctica de la justicia restaurativa, es la siguiente:
¿Qué ocurrió?
¿Qué pensabas o sentías en ese momento?
¿Qué piensas o sientes ahora?
¿A quién le ha afectado lo sucedido y cómo?
¿Qué necesitan?
¿Qué tendría que pasar para que nos sintamos mejor todas?
A los chicos y chicas –especialmente a los más mayores– se les anima también a actuar como mediadores en caso de conflicto. Quienes ejercen ese rol han de apoyar y empoderar a los más pequeños en la notificación de los casos de bullying.
Estrategias para madres y padres
Kaleide hace partícipes a las familias y las considera parte esencial de la escuela. La participación de las familias es tan importante como la de los chicos y chicas y de las facilitadoras. A lo largo del curso las facilitadoras se reúnen con las familias para hablar de todas las áreas de desarrollo de los chicos y chicas, en especial aquellos relacionados con su bienestar emocional.
Queremos promover una comunicación abierta con las familias y compartir con ellas cualquier información que pueda beneficiar a sus hijas e hijos. En relación con la prevención del bullying:
Publicaremos la política anti-bullying de la escuela en nuestra web y en el manual para familias;
Cualquier preocupación que nos transmita una familia se escuchará con empatía y se investigará;
Las madres/padres de ambas partes recibirán apoyo.
Con frecuencia, en lugar de contárselo a una persona adulta, los niños y niñas pueden manifestar que están siendo víctimas de bullying a través de síntomas y otras señales. Las madres y padres deben ser conscientes de las posibles señales y han de investigar las causas si su hija o hijo:
tiene miedo al ir al colegio o en el camino de regreso a casa;
se niega a ir a la escuela;
cambia sus rutinas habituales;
se vuelve retraída, ansiosa o falta de confianza;
llora antes de dormir o tiene pesadillas;
se siente mal por las mañanas;
empieza a mostrar menos implicación en las actividades;
llega a cada con la ropa o sus pertenencias dañadas;
empieza a robar dinero;
muestra cortes o cardenales inexplicables;
llega a casa con más hambre de la habitual;
se vuelve agresiva y poco razonable;
acosa a sus hermanos/as o a otros niños/as;
deja de comer;
siente miedo de decir lo que le pasa;
tiene miedo de usar internet o el móvil;
tiene aspecto de infelicidad / ansiedad / temor;
tartamudea;
moja la cama.
Las familias que sospechen que su hija o hijo está siendo víctima de acoso o que esté acosando a otra persona pueden solicitar apoyo del equipo pedagógico. Les animamos a hacerlo.
Monitorización y evaluación
Todos los casos notificados de bullying serán registrados por la facilitadora implicada, que junto con la Directora:
mantendrán los registros de forma segura y confidencial (de acuerdo con la normativa europea de Protección de Datos (EU GDPR);
harán todo lo posible para que los casos notificados de bullying se resuelvan de forma satisfactoria para las personas afectadas.
Apéndice I
El enfoque de "no culpabilización"
Kaleide pone en práctica un enfoque de no culpabilización en los casos de bullying, en línea con el trabajo de Barbara Maines y George Robinson. Creemos que el acoso es una conducta antisocial a la que recurren las personas jóvenes con niveles bajos de bienestar emocional, y habilidades sociales poco adecuadas; nuestra respuesta ante estas situaciones debe ayudar a los chicos y chicas a aprender estrategias mejores para relacionarse. Castigar a la persona que acosa rara vez funciona y, de hecho, puede agravar la situación cuando esa persona intenta vengarse de la víctima. En este sentido, entendemos que incrementar la ansiedad de quien acosa y alienarla de nosotras no es la mejor forma de ayudarle.
Aunque usamos los términos "acosador" y "víctima" en esta política, no creemos que sea útil usarlos como etiquetas en la escuela. Sabemos que etiquetar a una persona afecta enormemente a su autoimagen y además es algo difícil de aceptar para las madres y padres, con quienes queremos colaborar en todo momento.
Nuestro enfoque se centra en los sentimientos de la víctima, en lugar de interrogar a la persona acosadora, ya que creemos que esto contribuye a evitar sentimientos de culpa. Para las personas adultas, no se trata de condenar una conducta sino de sentir curiosidad, estar abiertas a observar, de manera que los chicos y chicas se sientan cómodos explicando lo que han vivido. El término bullying o "acoso escolar" es en realidad una abstracción que abarca acciones concretas y experiencias, y son estas las que necesitamos comprender para lograr cambios.
Creemos que las intervenciones que pueden acabar con el acoso en las escuelas exigen mucho más de nosotras que la intención de transmitirle a los acosadores que su conducta es inaceptable. Creemos que el foco principal de nuestra propuesta para reducir el bullying debe estar en los sentimientos y el estatus de la persona acosadora. Al implicar a aquellos niños y niñas que son observadores de estos actos de acoso es posible suscitar respuestas empáticas de integrantes emocionalmente sanos del grupo. Esto a su vez tiene un efecto sobre el comportamiento de quien lidera al grupo, que ya no tiene el consentimiento de este para continuar con esa conducta.
No diferenciamos entre el acoso ejercido por una persona individual y el practicado por un grupo, ya que estamos describiendo situaciones en las que, incluso si quien acosa lo hace de forma aislada, su comportamiento suele ser observado por otras personas. Si los testigos apoyan a la persona acosadora, aunque sea de forma pasiva, entonces ese comportamiento es asumido como propio por todo el grupo y es la fuerza del grupo la que hay que hacer aflorar para combatir la conducta.
Si una persona adulta ejerce su autoridad para impedir el acoso es posible que genere algún cambio a corto plazo, pero es poco probable que consiga cambiar la identidad de la persona que acosa y de la víctima. Podría incluso existir el riesgo de que la víctima sufra mayores daños porque la persona acosadora tome represalias.
Las facilitadoras tienen que intentar dejar a un lado cualquier sentimiento de venganza contra la persona acosadora. Nuestro objetivo no es la justicia ni la moralidad, es cambiar una conducta y conseguir así el mejor resultado posible para la víctima. Cuando usamos nuestro poder para impedir el acoso le estamos confirmando a la persona acosadora que es lícito usar el poder para intimidar a alguien más débil, y le indicamos a la víctima que para protegerse necesita ser más poderosa, lo que la deja en una posición aún más vulnerable. Tampoco resulta útil preguntarle a los chicos y chicas por qué se comportan de determinada manera. Es muy difícil explicar nuestras acciones, quizás imposible hacerlo de forma tal que satisfaga a una persona adulta.
El elemento crucial que no debemos olvidar es el rol potencialmente proactivo de aquellos que observan la situación y la consienten.
Cuando se ha constatado y notificado un caso de bullying podemos tomar las siguientes acciones:
Paso 1: entrevista con la víctima. Cuando una facilitadora tiene noticia de que hay un caso de bullying, lo primero es hablar con la víctima acerca de sus sentimientos. No le pregunta acerca de los hechos pero sí necesita saber qué personas están implicadas.
Paso 2: reunión con las personas implicadas. La facilitadora se reúne con el grupo de estudiantes implicados. Esto puede incluir a testigos o personas que consintieron los hechos pero no los iniciaron. Un grupo de seis a ocho personas funciona bien.
Paso 3: explicar el problema. La facilitadora les cuenta cómo se siente la víctima y puede emplear para ello un poema, un cuento o un dibujo que ponga de relieve sus sentimientos de ansiedad. En ningún momento se discuten los detalles del incidente ni se culpabiliza al grupo.
Paso 4: compartir la responsabilidad. La facilitadora no culpa a nadie pero afirma que sabe que la responsabilidad es del grupo y que este puede hacer algo al respecto.
Paso 5: preguntar al grupo sus ideas. Cada participante puede proponer una forma en que podemos ayudar a la víctima a sentirse mejor. La facilitadora da algunas respuestas positivas pero no pide promesas a los chicos y chicas de que van a mejorar su comportamiento.
Paso 6: poner la resolución en sus manos. La facilitadora termina la reunión dejando la responsabilidad en manos del grupo, que debe resolver el problema. Acuerda una fecha para volver a reunirse y conocer cómo va todo.
Paso 7: nuevo encuentro. Una semana después, la facilitadora se encuentra con cada chico y chica y hablan de cómo han ido las cosas. Esto permite a la facilitadora monitorizar la situación y hace que los chicos y chicas se mantengan implicados en el proceso.
Cuando un estudiante haya sido agredido/a gravemente por otro/a deberán tomarse las medidas habituales en estos casos, incluso notificándolo a la Dirección Territorial o Insular de Educación. Esto no significa que el enfoque de no culpabilización no pueda aplicarse al mismo tiempo, ya que este incidente violento en concreto no se discutiría. El tema del que se hablaría en la reunión son los sentimientos de la víctima y cómo aliviarlos.
Cualquier persona joven con pocas habilidades sociales o escasa asertividad necesita de nuestra ayuda y nuestro apoyo para aprender a relacionarse de forma adecuada. La responsabilidad de cejar en la conducta de bullying no puede dejarse solo en sus manos.
Apéndice II
Justicia restaurativa
Inspirada en los valores indígenas, la justicia restaurativa es una filosofía y una teoría de la justicia que pone el énfasis en incorporar a todas las personas que se han visto afectadas por una situación, a fin de abordar las necesidades y responsabilidades de cada una a fin de sanar el daño que se haya causado a las relaciones. Se está aplicando en múltiples contextos, entre ellos el educativo, el familiar, el laboral, el judicial, los conflictos globales... y también como herramienta para transformar daños estructurales e históricos.
La justicia restaurativa parte del reconocimiento de que cuando una persona causa un daño a otra también se daña a sí misma y a toda la comunidad. Cuando una persona ha dañado a otra es más útil tratar de reparar el daño sufrido por la víctima que causar aún más daño a la persona agresora (Bazemore, 2001; Varnham, 2005; Wright, 1999).
La justicia restaurativa no es solo una alternativa para abordar el conflicto, sino una estrategia proactiva para crear una cultura de conexión emocional donde todas las personas que integran la comunidad escolar se sientan valoradas y puedan desarrollarse plenamente. La justicia restaurativa es una práctica profundamente relacional.
En lugar de hablar de "infracciones" o de "incumplimiento de normas", la justicia restaurativa, dentro del contexto educativo, considera que las conductas inapropiadas dañan las relaciones dentro la comunidad. Esto significa que el daño que sufren las personas y las relaciones debe explorarse y repararse (Thorsborne y Cameron 2000). Las preguntas que nos hacemos desde la justicia restaurativa son esencialmente diferentes de las que plantea la justicia retributiva:
Justicia retributiva
Justicia restaurativa
¿Qué regla o ley se ha incumplido?
¿Cuál es el daño que se ha causado?
¿Quién la incumplió?
¿Cuáles son las necesidades y obligaciones de todas las personas afectadas?
¿Qué castigo merece?
¿Cómo pueden todas las partes colaborar para reparar el daño tanto como sea posible?
La lógica que subyace a este enfoque es que cuando las personas que han causado el daño reflexionan sobre el dolor que han causado:
sienten remordimientos y sus acciones se orientan a restaurar el daño;
las facilitadoras pueden centrarse en el comportamiento de las personas agresoras en lugar de hacer juicios acerca de su carácter o su moralidad;
esto conduce a relaciones interpersonales más sanas dentro de la comunidad escolar y, por ende, a aprendizajes más efectivos.
Las prácticas basadas en la justicia restaurativa pueden resumirse así:
Si una agresión duele, la justicia debe sanarla: el foco de atención ha de ponerse en reparar el daño que se ha causado.
Nada sobre nosotras sin nosotras: las personas afectadas son bienvenidas y se sienten seguras a la hora de hablar y participar.
Lo personal es siempre insustituible: construir relaciones personales respetuosas es tanto la base como el resultado de cualquier proceso.
Esto puede funcionar: los acuerdos se toman por consenso.
Estoy dispuesta a ponerlo en práctica: la participación es voluntaria.
(Oakland Unified School District Restorative Justice Implementation Guide)
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